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Competitividad

¿De verdad es la falta de competitividad en las PYMES la causa de sus males?

24 de abril de 2019 - 20:33

En los últimos días despertaron mi preocupación dos frases pronunciadas por Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, presidente de la nación y gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, respectivamente, “Las PYMES cierran por la falta de Competitividad” y “La mala situación económica del 2018 fueron por culpa de las sequias, las altas tasas y los cuadernos”.

Ya desde el principio me veo obligado, como analista y presidente de APREEA, que representa a los pequeños empresarios y emprendedores, en discrepar rotundamente con dichas declaraciones, por la sencilla razón de que hasta donde sabemos ninguna empresa ha cerrado sus puertas por falta de competitividad acusable al proceder impropio de sus propias gestiones internas.

Por el contrario, el cierre masivo de persianas se ha debido en un 90%, a diversos factores incidentales externos e incentivados por un Estado ingenuamente negligente en lo que a la implementación de políticas para la defensa y promoción de las PYMES se refiere.

Sin redundar en detalles basta con enumerar como causales de esta al bajo financiamiento producto de las tasas siderales que existen actualmente, el profundo ahogo fiscal llevado a cabo por el organismo meramente recaudador (AFIP) y las deficientes políticas de difusión y/o comunicación en materia de beneficios y empleo que han devenido en una truncada y fallida Reforma Tributaria en materia de costos laborales en combinación con una olvidada y mal organizada reforma laboral que no logró ser ni profunda ni muchos menos integral.

En el caso de la reforma laboral, lejos de innovar para precarizar se mostró a ésta como una verdadera aplanadora de los derechos laborales, cuando en realidad se tendría que haber promovido como la punta de lanza para acrecentar el desarrollo industrial, por un lado y, por el otro lado, como promotora del empleo genuino; es decir no se acompañó de una campaña sólida y sistemática en contra de la clandestinidad laboral y la evasión.

Esto claramente siempre consiste en un desafío complejo para cualquier gobierno que intente llevarlo a la práctica y para este no fue la excepción.

Sin embargo, la reforma es inevitable debido a que ostentamos el costo laboral más alto de la región y el penoso récord de ser el país con los impuestos al trabajo más altos del mundo, unido al explosivo coctel de la baja productividad nacional. Metafóricamente hablando, todo ello nos ha convertido en una nación cuya economía no deja de desangrarse lentamente. Eso claro está, sin profundizar en el gran flagelo producido por la endémica inflación, el déficit en el gasto público y una creciente desconfianza en los mercados.

Respecto al causal del cierre de PYMES por falta de competitividad, vale pena echar mano de los manuales que sobre el tema hay y que en definitiva dicen que la competitividad se define como la capacidad de generar mayor satisfacción de los consumidores fijando un precio o capacidad de poder ofrecer un menor precio con cierto nivel de calidad que llame a la demanda favorable de la sociedad.

Hilando fino, las empresas con mayor competitividad pueden asumir a su cargo mayor cuota de mercado a costa de empresas que son menos competitivas, de tal suerte que cuando se produce la pérdida de competitividad esta afecta negativamente los precios o el margen de rentabilidad, sin aportar mejoras a la calidad de los productos o reinversión.

Pero aclaremos, la pérdida de competitividad propia del libre funcionamiento del mercado no ha sido el factor excluyente que hizo que las PYMES cierren, sino más bien las políticas de Estado, que en el caso del gobierno actual fueron responsables de la desaparición intermitente por la falta de competitividad de empresas, de actividades y hasta de economías regionales completas.

Que no nos engañen, no han cerrado al día de hoy mas de 1000 PYMES por la competencia leal y natural del mercado, sino por la implementación de malas políticas del gobierno de turno.

La actual crisis financiera ha provocado un tsunami de efectos macroeconómicos en el mercado de bienes y servicios. Uno de ellos ha sido la conducta en cuanto a oferta y demanda de los consumidores, siendo los mismos uno de los principales agentes económicos del mercado. El cese de consumo inmediato ha provocado costos económicos y sociales en las castigadas empresas y en lo productores que integran ambos la actividad económica y la competencia de un mercado que se constituyó en recesión.

Los principales factores que considero han deteriorado, significativamente, la economía de la gran mayoría de los argentinos, son:

1. Incertidumbre: el consumo frente a variaciones en el nivel general de costos que se trasladó a los precios que integran la canasta familiar, ocasionó en los argentinos la preferencia de consumir menos bienes y gastar menos.

2. Inflación: El elevadísimo índice del nivel general de precios hizo que los argentinos ejerzan el costo de oportunidad sacrificando bienes por otros similares o sustitutos como consecuencia de la baja del rendimiento del poder de compra de sus ingresos. Esto implicó que los argentinos acudieron a segundas marcas más económicas y evitaron servicios no esenciales. Resignaron calidad y cantidad para poder hacer valer su ingreso. Ocho de cada 10 personas sustituyeron las primeras marcas por segundas.

3. Reducción de gastos: El argentino adoptó decisiones de corto plazo y quizás esto implicó cambiar sus gastos planificados como consecuencia de la inseguridad económica que padecemos. Los argentinos hemos resignado muchos servicios que antes consideráramos esenciales, así y todo, los tres servicios que los argentinos no hemos reducido son internet, medicamentos y televisión por cable.

4. Caída del empleo y aumento de la clandestinidad laboral: Los argentinos sintieron una inseguridad laboral latente en sus empleos como consecuencia de los altos costos laborales, la dolarización de las tarifas y la baja productividad que sufrieron las empresas. Esto conllevó una pérdida de expectativas de largo plazo y empujó a las empresas a la tentativa desesperada de no registrar sus empleados y e incurrir en despidos para poder evitar el tan temido “cierre de persiana”.

5. Costos económicos y sociales en las empresas: Como consecuencia de la caída del consumo, las empresas perdieron ingresos y rentabilidad. Esto hizo que para mantener los precios y no afectar la rentabilidad se disminuyeron gastos servicios tercerizados tales como publicidad, limpieza, papelería, entre otros que afectaron el circulo virtuoso de las empresas que brindaban esos servicios a la principal. El efecto dominó fue inevitable y generó un cimbronazo en la economía nacional.

En general, considero que el problema ya no se puede justificar en aspectos puramente económicos o por culpa de otros, —en este caso, la llamada herencia pesada o los cuadernos, o como sea que le quieran llamar—, mas bien involucran una cuestión de transformación política de fondo que debe combatir la carencia de ideas y de políticas públicas que ha caracterizado al gobierno en los últimos años.

Lamentablemente, la realidad es que hoy las PYMES han quedado reducidas a la drástica epopeya de decidir cada cierre de mes si pagan la luz, el gas, las cargas sociales o los sueldos de sus trabajadores.

En contraposición, el paquete de medidas o la “emergencia fiscal” solo ha quedado en una mera retórica anti fáctica.

Pensemos pues, que cambiar el rumbo en las políticas públicas para el fomento de las Pymes ha dejado de ser una opción para convertirse en una urgente necesidad.

Dr. Juan Pablo Chiesa

Presidente de la Asociación de Profesionales Representantes de Emprendedores y Empresarios Afines.
Abogado. Doctrinario Laboralista. UBA. 
Asesor y analista de opinión jurídica.
Autor del libro “Los principios de la empresa y los Sueldos” (Una mirada práctica para la confección de haberes)

www.asesoriachd.com.ar
aula.asesoriachd.com.ar  

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